Ray Charles Lay tiene su propia versión del blues.
Aunque comparte nombre con el famoso cantante, el embajador participante de All of Us, Ray Lay (en inglés), se sintoniza con su propia alma y comparte abiertamente las lecciones de una vida marcada por el trauma. Fue encarcelado a los catorce años, luego sirvió en el ejército y se encontró sin un hogar donde vivir. El infante de marina de los EE. UU., discapacitado y dado de baja honorablemente, recorrió un largo camino hacia la recuperación. Ahora se enfoca en ayudar a otros con problemas de salud mental. Trabaja hacia un futuro en el que se entienda mejor la enfermedad mental.
El mantra de Ray le da ritmo a su vida cotidiana: “En lugar de amargarnos, luchemos por mejorarnos”.
Servir como embajador de los participantes de All of Us y asesor de varios otros grupos nacionales le ha dado un fuerte sentido del propósito a su vida. Ray comparte sus experiencias personales para ayudar a quienes lo rodean.
Trauma infantil
Su lucha con la enfermedad mental comenzó de joven, pero no fue diagnosticado con trastorno esquizoafectivo hasta la adultez. Nacido en Misisipi en 1955 y el menor de cuatro hermanos, Ray y su familia se mudaron a Indiana cuando tenía cuatro años. Su padre era un veterano afroamericano de la Segunda Guerra Mundial. Quería irse del sur del país, donde las leyes de Jim Crow imponían la segregación racial. Fue así cómo consiguió un trabajo como mecánico en Gary, Indiana, y trabajaba en el turno de noche.
Ray sitúa el comienzo de sus problemas en un accidente automovilístico casi fatal cuando tenía cinco años. Su padre conducía de regreso a Misisipi con él y su madre. Ray estaba en el asiento trasero cuando el auto chocó con un autobús en la carretera cerca del pequeño pueblo de Hayti, Misuri. El impacto hizo volar a Ray a través del parabrisas y caer en la carretera, donde yació inconsciente y rodeado de vidrio. Todos sobrevivieron, pero Ray estuvo en coma durante varias semanas.
“Todavía tengo las cicatrices. Mi vida fue de mal en peor y se tornó violenta”, dijo.
Ray empezó a portarse mal en la escuela, se ponía agresivo en el patio durante el recreo y también en casa. Sus padres lo llevaron a un psiquiatra y lo disciplinaron. A los ocho años, lo enviaron a Indiana Boys School durante un año. Este era un centro de detención juvenil estatal que tenía un historial de violencia, abuso y fugas. A los catorce años, Ray robó un automóvil, consiguió un arma y mató a un hombre de veinte años que, según dijo, lo había intimidado y atacado.
“Estaba escuchando voces y no eran buenas”, dijo Ray.
Un abogado designado por la corte revisó sus antecedentes. Ray fue declarado incompetente para ser juzgado por demencia. Fue internado en el Beatty Memorial Hospital. Pasó dos años en el centro de salud mental estatal de máxima seguridad.
Poco después de su alta del hospital a los dieciocho años, Ray vio a un infante de marina de los EE. UU. que repartía información. Ray preguntó si podía unirse. En cuestión de meses, Ray estaba acuartelado en San Diego, California, y luego fue enviado a Filipinas, Corea del Sur y Japón. A través de su servicio militar, pudo completar su diploma de escuela secundaria y comenzar clases preparatorias para la universidad.
Menos de dos años después, el servicio de Ray terminó abruptamente después de un episodio psicótico en Japón. Regresó a Gary, Indiana, sintiéndose devastado y derrotado. Se quedó sin hogar mientras abusaba de las drogas y el alcohol.
Finalmente, en 2003, a los 48 años, Ray siguió el consejo de familiares y amigos y visitó un hospital de veteranos. Fue allí donde Ray se enteró por primera vez de su diagnóstico. Un trabajador social le preguntó si estaba siendo tratado por un trastorno esquizoafectivo.
"¿Qué es eso?" dijo Ray.
El camino hacia la recuperación
Ray leyó sus archivos militares y su historial médico. Esto le permitió conocer su historial de salud mental, aceptar su diagnóstico y cambiar su comportamiento. Se volvió sobrio y dejó de usar drogas ilegales.
“Tengo seis heridas de bala, tres puñaladas, pero todavía estoy vivo”, dijo Ray. “Soy una persona con esperanzas y creo que mi ápice de esperanza también debe estar al alcance de otros para que puedan ver que la recuperación es posible. Es real y vale la pena luchar por ella”.
Ahora, a los 68 años, Ray es dueño de su propia casa y negocio en Indianápolis. Aspira a asistir a otros de forma desinteresada y ayudar a su comunidad. Entrena a personal de prisiones, oficiales de policía y socorristas. Describe abiertamente sus experiencias y ofrece técnicas de desescalada en casos de crisis. Ray es un especialista en apoyo de pares del Departamento de Asuntos de los Veteranos, un especialista certificado en recuperación y miembro de la junta directiva de la Alianza Nacional sobre las Enfermedades Mentales.
Ray imprime su propio ritmo cuando se trata de brindar apoyo. Y felizmente les repite a otros en el viaje: “No solo sobrevivas, prospera. Encuentra el propósito de tu camino”.
Ray está convencido de que su participación en All of Us ayudará a avanzar en los descubrimientos de salud mental.
Embajador participante de All of Us
Cuarenta y ocho asesores participantes ayudan a respaldar los objetivos del programa. Ofrecen consejos sobre estrategias y gobernabilidad al servir en comités, juntas y grupos de trabajo. En su papel de embajador de los participantes, Ray ayudó a desarrollar las dos encuestas de All of Us sobre salud mental y bienestar. Ray promovió la capacitación del personal que ayudaría a los participantes a completar la encuesta. Como resultado, el programa desarrolló cursos sobre escucha activa (la habilidad de escuchar plenamente al interlocutor para entender lo que está diciendo de manera enfocada y empática), cómo detectar el estrés de los participantes y autocuidado para el personal.
“Ray habló con tanta pasión sobre su propia experiencia”, dijo el doctor Jordan W. Smoller, jefe asociado de investigación en el departamento de psiquiatría de Massachusetts General Hospital. Smoller también codirigió el grupo de trabajo de All of Us que desarrolló la encuesta. “Hay una cierta autoridad que proviene de sus experiencias. Sus ideas ayudan a combatir el estigma y desmitificar lo que es la enfermedad mental”.
Así como el homónimo de Ray convirtió el blues en música para el alma, Ray Charles Lay está utilizando su propio blues para ayudar a otras almas.
“Estoy comprometido a ayudar a las personas a dejar de escuchar sus voces internas negativas”, dijo Ray. “También soy un destructor del estigma, que aboga por dejar de juzgar a las personas”.
